Reina del mediodía

QUEZADA, ABUELO DE LOS MONEROS

-Su visión de México, personajes y circunstancias-

Con todo aprecio, para Rafa el Erre mi hermano de cuitas y monero de cepa. Que el deslizar de la tinta dulcifique el dolor de amar. Saludos a Manuel y más tropa.

Por Jorge Ramírez Pardo

Acaso las nuevas generaciones poco conocen de la trayectoria versátil del humorista Abel Quezada, dibujante, “cartonista”, pintor, publicista, propagandista, historietista, escritor, guionista, actor.

Abel Quezada, nacido regiomontano, colaboró para diversos periódicos en México y Estados Unidos. Utilizó sus caricaturas como un medio de crítica social.

Realizó estudios de Comercio y Administración en San Luis Potosí. Se trasladó a la Ciudad de México en 1936. Conoció a Germán Butze (autor de la célebre historieta Los Supersabios), quien le permitió publicar sus primeros cómics en la revista Chamaco Chico. Para 1942 ya había inventado a los personajes Máximo Tops y la Mula Maicera.

Luego publicó Los Tarzanes y Los Mariachis en la revista Pinocho. Durante esta época inventó al Señor Pérez, personaje de clase media que utilizaba traje y corbata pero que su opinión nunca era tomada en cuenta.​

En 1946 viajó a Nueva York, donde ganó un concurso mundial para un anuncio de una pasta de dientes. En 1948, a su regreso a México, entabló amistad con Juan de la Cabada, Efraín Huerta y Renato Leduc, quienes eras opositores al régimen del presidente Miguel Alemán, de esta manera comenzó a colaborar con la revista Presente de Jorge Piñó Sandoval, debido a la censura y presión del gobierno se trasladó a vivir a Nueva York. Trató de seguir los pasos de Miguel Covarrubias (mexicano autor de múltiples portadas –Quezada elaboró una- de la revista New Yorker y otras linduras a las cuales se hará referencia en otra ocasión).

Si bien, el grueso de su trabajo para impresos fue –como se reseña adelante- cartones/historieta a tinta, desde siempre mostrará dominio y gracia en el manejo de paleta de colores.

De  regresó a México, es contratado como editorialista gráfico para el periódico Ovaciones. Sus críticas y burlas al presidente le valieron nuevas amenazas por parte del régimen. Fue productor y escritor del programa radiofónico Rayo Veloz, transmitido por XHTV de 1951 a 1954.

En 1954 inventó al personaje del Charro Matías.​ Colaboró para el periódico Excélsior desde 1956 hasta julio de 1976 cuando ocurrió el golpe contra Julio Scherer, durante esta época inventó al personaje el Tapado y como una crítica a los nuevos ricos del Grupo Monterrey a Gastón Billetes y la Dama Caritativa de Las Lomas.​

En 1968, fue uno de los pocos periodistas que cuestionó la matanza ocurrida el 2 de octubre en la plaza de Tlatelolco, al publicar un cartón negro con la pregunta “¿por qué?”.

En 1989 se retiró de su actividad periodística, sus últimos cartones fueron publicados en casi todos los periódicos de México del 27 de marzo al 1 de abril, en diciembre la revista Artes de México dedicó su edición al trabajo que había realizado a lo largo de su vida. En enero de 1991 fue inaugurada su obra Petróleos Mexicanos, una historia en dos murales al ser colocada en la sala del Consejo de Administración de la Torre Ejecutiva Pemex, la obra hace alusión al 50° aniversario de la paraestatal.

Cine. Incursionó en el cine con Alberto Isaac en 1965 en la película En este pueblo no hay ladrones basada en la obra homónima de Gabriel García Márquez y en la que participaron los pintores Leonora Carrington y José Luis Cuevas, así como los escritores Juan Rulfo y Carlos Monsiváis. Nuevamente trabajó con Isaac en 1968 para la película Las visitaciones del diablo y en 1972 para Los días del amor.

Libros, algunos son recopilaciones póstumas de sus dibujos, entre sus títulos se encuentran: Cartones de Abel Quezada, en 1958. El mejor de los mundos imposibles, en 1963 (en inglés), en 1964 (español). Imágenes de Japón, en 1972. 48 000 kilómetros a línea, en 1973. El mexicano y otros problemas, en 1976. Los tiempos perdidos, en 1979. Abel Quezada. Dibujante, en 1984. La comedia del arte, en 1985. Nosotros y los hombres verdes, en 1985. El cazador de musas, en 1989, prologado por Gabriel García Márquez. Antes y después de Gardenia Davis, en 1991, publicación póstuma. Petróleos mexicanos, una historia en dos murales, en 1992. El mexicano: los mejores cartones, en 1999.

Ha tenido exposiciones homenajes y reconocimientos. Todo en la ciudad de México. Es conveniente su deambular póstumo por los estados mexicanos y el extranjero. Su obra resiste el tiempo y los vaivenes sociopolíticos.

De acuerdo al escritor Carlos Monsiváis, “en rigor, Quezada inventó un género que combina, equilibradamente, el cómic, el artículo, el cuento corto, el chiste de una línea, la crónica y la caricatura”.​


Más a su favor vale agregar: Cuando el periódico Excélsior, con capacidad camaleónica de sobrevivir patrocinado y, al tiempo, ser crítico del PRI, partido oficial y aplanadora, era un periódico con pluralidad de múltiples opinantes de densos textos (con pocos lectores en un México de múltiples analfabetos funcionales, como aún sucede) y el máximo tiraje de un impreso diario.

En esa densidad y abundancia de páginas con espléndidos suplementos de color. Así se denomina en el caló informativo y periodístico a notas y reportajes (casi siempre de agencias, algunas propias) asépticos, esto es, ajenos (en apariencia) a ideologías, regímenes políticos. Sólo apariencia, porque el mundo vivía una guerra fría y México, sus propagandistas y rolleros asumían la condición pro yanqui y, algo peor, de obediencia ciega a la aplanadora moralista judeo/cristiana.

De ahí lo luminoso emanado de las ventanitas luminosas y humoristas de Abel Quezada, quien muy distante en tiempo y circunstancias del genio pre revolucionario de la narrativa de José Guadalupe Posada, anterior a las historietas y un poco antes de la aparición de otro genio, Eduardo “Rius” del Río de la comunicación dibujada y didáctica.

Siempre en la parte superior de la página siete del diario citado, Quezada, re-inventó una manera de hacer el denominado cartón una visión asequible de crítica con humor a toda suerte de abusos y poderes malhabidos. De ahí su ascendente putativo de los moneros de hoy, quienes reflejan una realidad similar a la desencriptada por Abel Quezada.

A diferencia de los hoy llamados intelectuales orgánicos, cooptados en nómina privilegiada a cambio de embozalarse y renunciar a posturas críticas del tiempo presente, él se generaba ingresos económicos suficientes con tareas colaterales como el ser exitoso publicista.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP.

JORGE RAMÍREZ PARDO

galloenredarte@outlook.com

Periodista cultural y divulgador científico

Potosino, con estudios de Cinematografía y de Periodismo en la UNAM. Realizador de cine. Docente en la UNAM, Colsan e ILCE/OEA y (actualmente) en el Centro Universitario de las Artes de la UASLP. Tallerista para UNAM, SEP y Unesco, en tecnológico, universidades mexicanas y para el ministerio de Educación de El Salvador. Productor del diario fílmico CINECLUB enred@rte.

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