El alfil negro

Por Ramón Ortiz Aguirre

La bravucona del barrio

“Imago animi sermo est”.

(La palabra es la imagen del alma).

 

La lengua es la perdición de muchos hombres y mujeres; es un arma de doble filo que puede hacer daño y herirte al mismo tiempo. Sin embargo, pareciera que eso les interesa poco o nada a muchos individuos jactanciosos. Tengan cuidado, tarde o temprano su lengua viperina puede acabar con ellos mismos.

 

El bravucón del barrio, el de la escuela o incluso el de su propia casa, piensa que hablando y vociferando a diestra y siniestra, dañará todo lo que guste y, si no es suficiente con la palabra, se dispondrán a llevar la confrontación a otros niveles. Pero los bravucones rara vez pueden sostener su palabra: su primer acto reflejo para defenderse es hacerse chiquitos o intentar desaparecer esperando el momento de asentar su golpe traicionero.

 

En este año de intensa guerra política, una de las candidatas presidenciales se ha esforzado en mantener un comportamiento bravucón como principal arma de campaña. Esta conducta no es nueva, pues ya en sus tiempos de senadora de la república se la pasaba haciendo ridiculeces un día sí y otro también. Por ejemplo, se presentaba ante los ministerios públicos o instancias electorales para interponer una demanda violenta contra cualquier persona que pensara diferente que ella.

 

Hoy, en plana campaña, se ve calumniar a sus opositores. Pasa buena parte de su tiempo denostando todo lo posible y a la primera oportunidad sale ante las cámaras y micrófonos para lanzar un reto de debate “aquí y ahora” a Claudia Sheinbaum Pardo y a Jorge Álvarez Máynez. Sabe bien que ella no puede convocar a los debates, eso solo le compete al INE, institución que ya estableció fechas y procedimientos. La bravata de la candidata, obviamente, tiene la intención malsana de simular la cobardía o incapacidad de sus contrarios para gobernar el país.

 

Seguro ustedes conocen esa serie animada sobre una familia disfuncional llamada Los Simpson. En ese programa sale un bully, un bravucón llamado Nelson Muntz, quien piensa ser el más rudo y respetado, pero que a la vez demuestra que no es nada listo y sólo logra intimidar a uno que otro. En todo sentido, así se comporta la candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México: con insultos, retos insulsos, bailes patéticos, chicles pegados en sillas, confusiones verbales, ausencia de propuestas tangibles y tantas otras conductas vergonzosas. Esos son y así transcurren los días de Xóchitl Gálvez, la persona que presume ser valiente sin serlo; es decir, así son los días de una bravucona de barrio.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP

RAMÓN ORTIZ AGUIRRE

ramon.ortiz.aguirre@gmail.com

Originario del Centro Histórico de San Luis Potosí, Profesor Investigador de la Facultad de Ingeniería de la UASLP y Jefe de la División de Difusión Cultural de la misma institución, actualmente jubilado. Especialista en agua y medio ambiente.

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