Los Expedientes del Imperio

Por Jaime Contreras Huerta

Sin rumbo fijo y sin dirección

Desde la llegada de Morena al poder federal, los partidos de oposición dejaron de presentar proyectos legislativos de envergadura que trasciendan la simple crítica al gobierno. Sus iniciativas se han limitado a reaccionar ante reformas impulsadas por el Ejecutivo, en lugar de anticiparse con sus propias propuestas de política pública. Luego del 2018, las bancadas opositoras se movilizaron para frenar reformas que, desde su visión, amenazaban la autonomía del INE, del Poder Judicial y otros organismos autónomos. Luego de fracasar en el intento la oposición ha reducido, en gran medida, su presión legislativa, evitando consolidar acuerdos en comisiones o mesas de trabajo, limitándose a pronunciamientos públicos aislados.

Su pronunciamiento se ha reducido a tuits y conferencias de prensa, sin que se acompañen de solicitudes formales de investigación o de denuncias ante órganos correspondientes. En este contexto, la oposición partidista lleva a cabo un papel meramente reactivo y testimonial. En materia de comunicación política, los partidos realizan esfuerzos aislados y reactivos con una estrategia cada vez más dispersa y poco articulada. Tras 2018, la oposición ha dedicado buena parte de su comunicación a denunciar “campañas negras” y actos de autoritarismo, en lugar de generar propuestas propias. Las campañas de ataque se han basado en mensajes críticos sobre pérdida de contrapesos y censura mediante una difusión segmentada sin rumbo fijo y sin dirección.

Los partidos opositores han enfatizado la promoción de “lo malo” de la 4T sin desarrollar un producto político alternativo definido ni ubicar nichos claros más allá de sus bases tradicionales. Esta falta de investigación de audiencias ha redundado en mensajes genéricos y poco persuasivos. Su estrategia de corte tradicional se basa en conferencias de prensa y comunicados con escasa continuidad en redes.

El discurso ha oscilado entre la prudencia institucional y la crítica estridente, sin una narrativa nueva y atractiva para los electores. Expertos en la materia consideran que, los partidos de oposición han abandonado progresivamente la proactividad comunicativa y la innovación en canales digitales, limitándose a mensajes negativos y reacciones puntuales que develan la ausencia de estrategias de marketing político basadas en investigación de audiencias para articular una narrativa coherente que trascienda la simple crítica y ofrezca una visión de futuro.

En cuanto a los dirigentes de los dos partidos más fuertes de la oposición, la imagen de Jorge Romero, presidente nacional del PAN, se percibe como la de un líder de “voz engolada” con escasa creatividad y sustancia y con dificultad para conectar fuera del círculo partidista, goza de legitimidad interna, pero tiene baja penetración mediática y falta de liderazgo carismático hacia audiencias jóvenes y no panistas. Su discurso recurre a denuncias constantes al gobierno federal sin lograr movilización masiva ni resonancia nacional

El presidente del PRI, Alejandro Moreno es considerado un dirigente que usa su figura como “coraza personal”, articulando la narrativa priista en función de sus propios intereses, arrastra el desprestigio histórico del PRI, acusado de prácticas clientelares y corrupción. Su narrativa despliega mensajes duros contra reformas de Morena y alegatos de “farsa democrática”, pero con impacto limitado ante una percepción de su imagen mayoritariamente negativa.

De acuerdo con las fuentes revisadas en la Web, los analistas señalan que la oposición se ha limitado a reaccionar ante las iniciativas de Morena en lugar de proponer un proyecto alternativo de país. Su discurso se centra casi exclusivamente en denunciar “autoritarismos” o “campañas negras”, sin ofrecer planes de política pública en salud, seguridad, economía o medio ambiente que trasciendan la mera crítica. Se les reprocha de jugar un papel meramente testimonial, enfocado en escandalizar sucesos adversos para la 4T, pero sin construir narrativas propias ni liderar debates nacionales relevantes. Este estilo reactivo ha dejado a la oposición fuera de la agenda ciudadana.

Las dirigencias de los partidos de oposición se perciben como continuistas y escasamente carismáticas. No han fomentado la emergencia de nuevos liderazgos ni procesos internos de selección por lo que siguen encabezados por figuras con “trayectorias cuestionadas” y difícil conexión con el electorado joven. Persisten en el uso de conferencias de prensa y comunicados tradicionales, con escasa inversión en el uso de contenidos digitales adaptados a audiencias específicas. Sus campañas digitales carecen de consistencia y no aprovechan formatos virales ni algoritmos de plataformas sociales

Los partidos opositores han evitado reflexionar sobre sus propias debilidades, manteniendo el discurso de nostalgia por los noventa sin reconocer que esos modelos no resolvieron problemas estructurales. Esta incapacidad para repensarse ha prolongado una “década perdida” para la oposición. Al carecer de un mensaje unificado, la oposición experimenta baja penetración mediática y niveles de interacción marginales en redes sociales, lo que limita su capacidad para influir en la opinión pública o movilizar bases ciudadanas. Palabras más, palabras menos, los analistas critican a la oposición mexicana por su reactividad, la falta de propuestas propias, el liderazgo carente de renovación y la adopción insuficiente de estrategias de comunicación digital modernas. Sin corregir estas deficiencias, su relevancia política y su conexión con el electorado seguirán debilitadas, sin rumbo fijo y sin dirección.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP.

JAIME CONTRERAS HUERTA

jcontrerash44@gmail.com

Maestro en Historia por el colegio de San Luis A.C. y Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

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