Los Expedientes del Imperio

Por Jaime Contreras Huerta

La simuladora Gálvez

El pasado domingo 3 de septiembre, la senadora Xóchitl Gálvez, recibió oficialmente su nombramiento como candidata presidencial para 2024 por el Frente Amplio de México. Durante un acto celebrado en la Ciudad de México, en el monumento a la Independencia, emitió un discurso en el que resaltó su, “regla de oro: ni huevones, ni rateros, ni pendejos…”

Semanas después, las redes destacaron información sobre un presunto plagio en su informe para obtener el título, en el año 2010, como ingeniera en Computación por la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Bastaron unos días para que la simulación Xóchitl Gálvez, desencadenara un tsunami mediático sobre las siguientes acciones inconvenientes a su perfil como candidata presidencial que contravenían su regla de oro.  

En primer lugar, en cuanto a: “no huevones” en su plataforma política, pero como el plagio, en los reglamentos para los procesos de titulación universitaria, hacen referencia a la acción de apropiarse de las ideas o argumentos elaborados por otra persona, entonces el plagio se relaciona con una forma de evitar o hacer más fácil el trabajo, lo cual en nuestro país es una característica de las personas flojas o “huevonas”.

En segundo lugar, en lo que se refiere a “ni rateros”, o sea, aquellos que roban o a toman algo que pertenece a otra persona sin su consentimiento. Cabe señalar que el plagio, de acuerdo con la Real Academia Española, se define como "acción y efecto "copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias", queda claro que el plagio es un descarado robo”, por lo tanto, la senadora Gálvez robó ideas de otras personas.

En tercer lugar, en lo de “ni pendejos” que, en México alude a las personas con escasa capacidad de hacer algo bien, en este sentido, resulta viable considerar que un informe con plagio para obtener un título profesional, significa que está mal hecho o realizado por una persona pendeja. Esto último, lo reconoció la senadora Gálvez con su declaración sobre “que la mayor parte de los temas son técnicos, describen equipo que son sacados de manuales técnicos, un tema es la política pública del gobierno federal, que se aclara que es la política en materia ambiental y pues un tema pues sí la pendejeé porque debía haber puesto de dónde era, la verdad”.

La información que se desbordó en las redes en  torno a la  imagen de la candidata Xóchitl Gálvez, generó gran polémica y  tomó por sorpresa al bloque conservador que, pronto organizó un bloque defensivo con sus medios de comunicación corporativos, su sociedad civil, los consejos de los intelectuales ejecutivos del gerente de la oligarquía y comentócratas de ocasión que nunca le faltan a la oposición que comanda el señor X.

Sin embargo, fue insuficiente la operación quirúrgica de emergencia para salvar la imagen de la susodicha, quien no tuvo otra opción que salir a reconocer su agravio ético de corte académico por plagio, y enseguida difundió un vídeo en él que persiste en simular una imagen de mujer entrona y valiente; y dijo, “Ya han querido demoler mi casa, ya dijeron que no soy indígena, que no soy empresaria, que no vendí gelatinas. Ahora que no soy ingeniera, mañana van a decir que no soy mujer, porque huevos tengo. Y vaya que muchos, síganle”. Sin duda otro acto de victimización simulada que obliga a la pregunta, ¿quién es Xóchitl Gálvez?

Para responder la interrogante planteada, es importante señalar que  la senadora Gálvez es una gran expresión de indicios de simulación, lo que puede ser  una estrategia defensiva para ocultar su verdadera personalidad, porque es evidente que se trata de un tipo de persona que pretende simular ser algo que no es para aparentar una personalidad  que le permita obtener ventajas políticas y de popularidad; y que además suele  adaptarse a ciertas situaciones o grupos sociales para sentirse  aceptada.

Las personas simuladoras a menudo tienen imagen ideal de alguien o de si mismas  y desean que así los perciban los demás, no obstante, si sienten que su verdadera personalidad no se ajusta a esta imagen ideal, pueden optar por simular características o comportamientos que se alineen con esa idealización. Esto puede estar relacionado con la teoría de la personalidad de Carl Rogers, quien hablaba de la discrepancia entre el yo real y el yo ideal como fuente de malestar psicológico.

En este contexto, adquiere sentido lo que recientemente publicó, Alberto Woolrich Ortíz en el portal Hoja de Ruta Digital: “Todo acto de simulación es aquella acción dirigida a fingir, aparentar o hacer creer lo que en realidad no es. El farsante o embaucador hace de su vida una vulgar patraña, o sea, una estúpida comedia. La personalidad del impostor político contiene muchas aristas como lo son la vanidad, el ego, la mentira, la mediocridad, el fingir lo que no es, la corrupción. Así, el suplantador y/o farsante, al adoptar una personalidad de lo que no es, al aparentar saber sólo exhibe su ignorancia e insignificancia, esos políticos las más de las veces se muestran vanidosos, huecos, presuntuosos, es decir vacíos y engañosos”, agrego de mi parte y con muchos huevos.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP

JAIME CONTRERAS HUERTA

jcontrerash44@gmail.com

Maestro en Historia por el colegio de San Luis A.C. y Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

Anteriores