Los Expedientes del Imperio
Por Jaime Contreras Huerta
Oposición desesperada
Los partidos de oposición y los oligarcas que odian al movimiento de la cuarta transformación recurren a otra estrategia en su intento de desestabilizar al gobierno federal y atacar la imagen de la presidenta Claudia Sheinbaum. Esta vez, intentando involucrar a jóvenes de la llamada Generación Z. Su desesperación es tal, porque les urge revertir su desgaste político. Buscan revocar anticipadamente el mandato de Sheinbaum mediante tácticas que, diversos analistas han identificado como indicios de un “golpe blando”. La novedad ahora radica en la intención de cooptar a los jóvenes nativos digitales caracterizados por sus hábitos de consumo informativo fragmentados, escasa memoria histórica y alta vulnerabilidad a narrativas falsas. En este contexto, se lanzó la convocatoria para una marcha el próximo 15 de noviembre, dirigida a jóvenes de la Generación Z.
Las marchas y la incitación a la violencia son elementos que, en la teoría política, algunos analistas asocian con las estrategias de lo que se ha dado en llamar "golpe blando". Se trata de a un conjunto de tácticas diseñadas para desestabilizar un gobierno electo democráticamente y provocar su caída sin el uso de la fuerza militar tradicional. El objetivo es hacer caer al presidente o presidenta y su proyecto político.
La Generación Z, que nació en el entorno de la cibercultura, enfrenta una realidad donde la historia suele ser reducida a memes, cápsulas informativas o tendencias efímeras. Esta condición no implica incapacidad analítica, sino procesos de interpretación mediados por velocidades inéditas de información y exposiciones simultáneas a múltiples dispositivos digitales. Esta situación, la conocen los partidos opositores, por eso han adaptado su estrategia de difusión y expansión de mensajes resumidos o acotados, símbolos de odio, estética juvenil y una narrativa heroica que pretende configurar en los jóvenes el ideal de convertirse en héroes de la democracia frente a un supuesto gobierno autoritario.
La energía transformadora que caracteriza a la juventud no debe ser manipulada por quienes buscan instrumentalizarlos. La manipulación política se vuelve efectiva cuando quienes la reciben no tienen acceso a referentes históricos que les permitan contextualizar. Por ello es de suma importancia asumir la responsabilidad de explicarles a los jóvenes que las tensiones políticas actuales no surgieron de la noche a la mañana, ni responden a crisis inventadas, sino a un reacomodo profundo de las fuerzas sociales desde 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia y la oposición conservadora perdió su hegemonía, que ahora intenta recuperar con una supuesta resistencia política, arriesgando la estabilidad social del país a costa de favorecer sus intereses económicos y de clase social.
De regreso al concepto de “golpe blando”, entendido como un “conjunto de acciones legales, comunicativas y simbólicas destinadas a erosionar la legitimidad de un gobierno electo,” es importante subrayar que esta estrategia no debe tomarse a la ligera, sobre todo, porque desde 2018 la oposición insiste en llevar a cabo campañas mediáticas con desinformación coordinada, construcción de escenarios de caos y llamados recurrentes a la intervención ciudadana para defender la democracia sin evidencia válida de que esté en riesgo. Hoy, la estrategia se dirige hacia la Generación Z bajo el argumento de que ellos representan la última línea de defensa frente a una supuesta crisis institucional.
Lo más delicado es que esta estrategia despolitiza a los jóvenes y al mismo tiempo les hace creer que deben participar políticamente. Les ofrece causas rápidas, indignación instantánea y pertenencia identitaria, pero les oculta la complejidad del sistema democrático y los procesos históricos que lo sostienen. Frente a esto, el diálogo intergeneracional es una vía adecuada para que generaciones de mayor edad expliquen, deforma clara y suficiente, lo que significó vivir en un México sin internet, sin redes sociales, sin canales de participación inmediatos; un México donde la democracia se conquistó con marchas, debates, presión civil e instituciones emergentes. No se trata de romantizar el pasado, la tarea consiste en que los jóvenes comprendan que los derechos políticos no surgieron espontáneamente, y que la defensa de la democracia exige algo más que compartir contenido o adherirse a discursos vacíos y a politiquerías
Si algo debemos transmitir a la juventud es que la participación ciudadana informada es más poderosa que la movilización emocional dirigida por intereses partidistas. La crítica legítima al gobierno es necesaria, pero sin la manipulación disfrazada de heroísmo porque es peligrosa, ya que ninguna fuerza política, ni oficialista ni opositora, debe apropiarse del futuro ni de la capacidad de los jóvenes. Solo así será posible construir una cooperación auténtica entre generaciones y fortalecer el bienestar de la sociedad mexicana en una realidad política que, desde hace siete años, permite que cualquier persona se manifieste libremente sin temor a ser silenciado sin arriesgar la capacidad de la juventud para expresarse de manera auténtica, libre de las presiones y distorsiones de partidos políticos y de oligarcas conservadores que buscan aprovechar su entusiasmo. Defender el derecho de la juventud a manifestarse sin tutelas es apostar por un país donde las ideas se formen con autonomía y convicción, y que cada joven pueda ocupar el espacio público con dignidad en una democracia que respeta su futuro. Solo así podrán construir un horizonte político realmente propio sin la manipulación de la otrora política mexicana de manipulación.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP.
JAIME CONTRERAS HUERTA
Maestro en Historia por el colegio de San Luis A.C. y Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.