Los Expedientes del Imperio

Por Jaime Contreras Huerta

La guerra sucia de Max

Transcurridos 48 días del periodo de  precampañas para  la elección presidencial del próximo año,  la reestructuración del cuarto de guerra de la precandidata del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez, con la llegada de  Max  Cortázar, empezó la guerra sucia en contra de  la precandidata morenista, Claudia Sheinbaum. El énfasis principal fue en las redes sociales para confundir la confianza del electorado y manipular la opinión pública. Este fenómeno, omnipresente en las campañas electorales, se caracteriza por el uso de estrategias y tácticas inmorales diseñadas para obtener ventaja a cualquier costo.

La guerra sucia en campañas electorales se ha desarrollado como una estrategia multifacética para la difusión de noticias falsas mediante campañas de desinformación. Las redes sociales se han convertido en el principal campo de batalla, en donde la difamación y la desacreditación pueden alcanzar a millones de personas en cuestión de minutos.  Las narrativas utilizadas siguen patrones con varias estrategias comunes, como la tergiversación de hechos, la victimización, la demonización y la explotación de prejuicios, entre otros.  

Max Cortázar, el calderonista responsable de la campaña “un peligro para México” del 2006, luego de casi tres décadas,  reaparece  en la máxima contienda electoral del país, pero ahora en el lado de la oposición y en momentos donde la precandidata Gálvez,  de acuerdo a  las encuestas, está cincuenta puntos abajo  de Claudia Sheinbaum. Sin duda, un escenario difícil para Max que, con su fórmula de guerra sucia con mucho dinero, buscara  aplicar dos de los principios de la  propaganda de Paul Joseph Goebbels,  hoy vigentes en las llamadas “fake news”:

Uno, “el principio de orquestación mediante el cual se establece que “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”. Dos, el principio de transfusión, donde se considera que “por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas”.

Sin embargo, para la oposición de la fuerza y el corazón, el escenario es cada vez más difícil; ya que además de la caída de Xóchitl Gálvez en las encuestas, se suma la elección, en el pleno de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, de Mónica Aralí Soto Fregoso como magistrada presidenta a partir del primero de enero del 2024. Se suma también, la designación, por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador, de Lenia Batres Guadarrama como nueva magistrada  de la Suprema Corte de Justicia de la Nación".  Ante estas circunstancias,  la guerra sucia de Max seguirá,  pero la posibilidad de   lawfare o golpe de estado “blando,”  se desvanece

El lawfare  se considera como una  estrategia que se utiliza para atacar a un oponente, generalmente con fines políticos y se traduce del inglés como ‘guerra jurídica’.  Consiste en usar el sistema judicial de un país con fines partidistas y contrarios a la separación y la independencia de poderes. Es un instrumento político para anular adversarios  por vía judicial. Entre las tácticas más habituales del lawfare están la manipulación del sistema legal para abrir procesos sin pruebas, influir y sembrar confusión entre la opinión pública, hoy denominada guerra híbrida, que busca que sectores de la oposición lleguen al poder mediante la combinación de operaciones judiciales, mediáticas, políticas y económicas, amparadas en la legalidad  y en  las apariencias democráticas

La interpretación que hace Arantxa Tirado del lawfare  es que se trata de “una guerra judicial,  de una  manipulación de la ley  con fines partidistas, una estrategia  apariencia de legalidad a través de la cual los poderosos someten las voluntades de los más débiles en nombre de la democracia.  En el lawfare son indispensables los medios de comunicación para manipular la opinión pública en contra de los gobiernos de corte progresista que, en la mayoría de las ocasiones gobiernan con la puesta e marcha de estrategias o simplemente reformas destinadas a mejorar la vida de las clases populares”.

En escenario donde el presidente ha expresado: “Por eso hablo de la revolución de las conciencias, el pueblo de México es de los más politizados del mundo y esto se ha logrado en los últimos tiempos”, para la coalición de la fuerza y el corazón, el 2004 terminará con el sector del panismo furioso, confundido y desesperado, con un PRI a la espera de las circunstancias y un PRD en el olvido. En este contexto, el gerente Claudio X González sólo rendirá cuentas negativas a las cúpulas de la oligarquía, aferrada en denigrar los logros de la 4T enfocados a mejorar la calidad de vida de los mexicanos, proyecto contrario al que aspiran  las elites neoliberales del país.  

 

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP

JAIME CONTRERAS HUERTA

jcontrerash44@gmail.com

Maestro en Historia por el colegio de San Luis A.C. y Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

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