El alfil negro

Por Ramón Ortiz Aguirre

PLAÑIDERAS

 

Alea jacta est

(La suerte está echada)

Si buscamos la palabra “plañidera” en la enciclopedia digital Wikipedia, encontraremos la explicación a muchas de las cosas que suceden actualmente en las cámaras de diputados y de senadores, y que también se puede aplicar a las entrevistas que dan los dirigentes de los partidos políticos. Plañidera, del latín “plangere”, es aquella mujer a la que se le paga por plañir en un rito funerario, como el entierro de los difuntos.

 

La figura de esta mujer que llora y solloza aparece desde antiguo en documentación iconográfica y documental, en distintos países y culturas del mundo. No se ha extinguido, pues todavía existe en muchos lugares. Lo que varía es su uso dentro del ritual fúnebre, abarcando desde la posibilidad de contagiar su llanto a los deudos para auxiliar con la catarsis, hasta realzar el estatus social de un difunto. Las plañideras forman parte del sincretismo cultural que convoca a la tierra sus creencias espirituales, ya que, como señala Tom Lutz en su libro El Llanto: historia cultural de las lágrimas, la labor de las plañideras limpia el alma del difunto, llevándola a la plenitud.

 

Ante la aprobación de la Reforma al Poder Judicial, brotó el llanto inconmensurable por parte de los diputados y, poco más tarde, de los senadores de los tres partidos políticos que conforman la endeble oposición, que mucho escandaliza, pero que no hace nada notable por la vida política de México. En fin, ellos han determinado convertirse en patiños que muy bien quedarían actuando al lado del famoso y ya desaparecido Paco Stanley.

Como siempre, los señores del PAN saltaron a la palestra, lanzando por delante a su indescriptible presidente, Markito Cortés. Él, con lágrimas en los ojos, acusó de "traidores a la Patria" a los señores Yunes por haber dado su voto a favor de la reforma, a la vez que les reclamaba el no haber contestado a sus constantes llamadas para ordenarles el voto en contra. ¡O sea que lo habían ignorado olímpicamente! O en otras palabras, lo dejaron como a novia de rancho, “vestido y alborotado”.

 

Después de este espectáculo, salió al escenario la actriz principal de la lamentable oposición. Ella tomó aire y exhaló lentamente, con la mirada desorbitada y ojos que destilaban ira y odio. Tomó el micrófono con su mano derecha y se dedicó, como acostumbra, a insultar sin ton ni son, en especial al presidente del Senado, el Lic. Gerardo Fernández Noroña, a quien ya antes había llamado “Changoleón”. En esta ocasión, también se refirió a él de forma despectiva llamándolo “Bellaco”, abriendo la puerta para la interpretación de lo que quiera que quiso decir.

Sucede que la palabra “bellaco” es una palabra polisémica y tiene distintas acepciones según el lugar en donde se emplea y su finalidad. En el reguetón, que es de donde se ha puesto de moda, lo bellaco connota la referencia a “alguien malo, pícaro o bribón”. Sin embargo, en México y Puerto Rico, para ser claros, ser bellaco se refiere a una persona muy excitada o estimulada sexualmente, incluso un adicto al sexo. De este término se desglosa “bellaquear” y “bellaquera”.

 

Todo esto ha dejado flotando una duda en el aire legislativo. A ciencia cierta, no sabemos si es verdad eso de que del odio al amor solo hay un paso,  y pudiera ser, entonces, que Lilly Téllez le haya declarado veladamente su amor, o su apetencia sexual, a Fernández Noroña, enmascarando sus sentimientos en un discurso de odio. Por eso mismo, no es de extrañar la avalancha de memes que se ha desatado sobre Lilly enamorada de su rival político.

 

Mientras este misterio romántico se resuelve, ojalá también sepamos si el buen Markito Cortés sigue por los caminos del llanto, acompañado de plañideras panistas y de algunos medios de comunicación, que no alcanzan a comprender la reforma legislativa, o no quieren verla por no convenir a sus mezquinos intereses.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP.

RAMÓN ORTIZ AGUIRRE

ramon.ortiz.aguirre@gmail.com

Originario del Centro Histórico de San Luis Potosí, Profesor Investigador de la Facultad de Ingeniería de la UASLP y Jefe de la División de Difusión Cultural de la misma institución, actualmente jubilado. Especialista en agua y medio ambiente.

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