El alfil negro
Por Ramón Ortiz Aguirre
¡Ah, cómo enchinchan!
“Mendaci neque cum vera dicit creditur”
(Al mentiroso nadie le cree, ni siquiera cuando dice la verdad)
-Cicerón
Ayer fuimos al circo y lo disfrutamos como cuando éramos niños. Aunque ahora en estos espectáculos ya nos hay fieras salvajes, los actos circenses son maravillosos y desde que uno va llegando y mira la gran carpa con sus colores rojo y blanco, las luces de la marquesina lo van envolviendo paulatinamente. Luego, al ingresar al vestíbulo de la gran carpa, el olor de las palomitas todo lo invade y así llegamos hasta nuestro lugar para poder apreciar el sano espectáculo que se nos ofrece. Ir al circo me ha traído el recuerdo de un poema que venía en nuestros libros de texto gratuito que recibíamos y leíamos en la primaria, en una época en que ningún partido político satanizaba lo que no había leído como ha sucedido este año.
El poema escrito por Jacinto Forbona Pachano, lleva por nombre “Mañana como es Domingo” y en sus primeros versos dice;
Con la cartilla en el brazo
Volverás muy bien sabido,
Y te vestirán de nuevo,
Mañana como es domingo
Los dos iremos al circo,
Donde colgó su trapecio
La araña, del arbolito,
Donde se traga el cocuyo
Todo un tizo encendido,
Y la hormiguita levanta
Su arena de muchos kilos,
Y el gusanito de monte
Se descoyunta y da brincos,
Como es domingo, mañana
Los dos iremos al circo.
El circo verdadero es un espectáculo maravilloso que a los niños y los viejos nos encanta por igual y nos hace soñar, a pesar de que ahora ya no podemos ver a los leones, elefantes, tigres y demás giras y seres exóticos.
En nuestra sociedad, ahora es fácil ver muchos circos que poco o nada tienen de artístico. En el circo del diario, las fieras se despedazan entre ellos y en muchos casos se comen sus entrañas a la vista de todo mundo. En ciertos momentos los vemos agruparse en las llamadas alianzas políticas y partidistas, para lanzarse al ataque de sus contrincantes. En un descuido saltan sobre los espectadores para también si es posible devorarnos, todo en búsqueda de su satisfacción individual. En estos circos modernos no podían faltar los payasos que hacen mil y un desfiguros, pensando que, causando hilaridad y aplausos por sus grotescas actuaciones, el público delirante los amará. Nada más lejos de la realidad.
Desde hace algunos meses en el enorme circo de tres pistas que es la política nacional han salido a mostrarse seres monstruosos, dignos de ser exhibidos en el museo de Ripley. Son el fruto de la más inconcebible cruza de especies en peligro de extinción, entes monstruosos que han ido horrorizando a la población, a pesar de andar besando niños, abrazando a ancianitos y prometiéndonos el sol y las estrellas.
El otro día vi a uno de esos seres imitando al oso ciclista del viejo circo en el Ringling Bros and Barnum &Bailey. La mera verdad me dio lástima ver los niveles los que han llegado, pero en fin, así son y peor serán mientras llega el mes de julio del 2024.
Por eso mejor fuimos a divertirnos al verdadero circo, lleno de inocencia, de aplausos reales y desinteresados, de trapecistas, acróbatas y payasos que nos hicieron vivir un domingo inolvidable, el otro espectáculo grotesco tal vez llene el ojo de los sadomasoquistas.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP
RAMÓN ORTIZ AGUIRRE
Originario del Centro Histórico de San Luis Potosí, Profesor Investigador de la Facultad de Ingeniería de la UASLP y Jefe de la División de Difusión Cultural de la misma institución, actualmente jubilado. Especialista en agua y medio ambiente.