TRUMP CADA VEZ ESTÁ MÁS CERCA DE ATACAR A IRÁN DIRECTAMENTE; QUIERE UNA "VICTORIA TOTAL", ES DECIR, NO PERMITIR A LOS PERSAS TENER BOMBAS NUCLEARES

La guerra entre Israel e Irán es el dilema de política exterior más agudo hasta la fecha del turbulento segundo mandato de Donald Trump. La pregunta que todos se hacen es si ¿debería Estados Unidos sumarse a los ataques de Israel contra la República Islámica? Hay mucho en juego, las consecuencias de una acción militar son totalmente impredecibles y el movimiento político del presidente está dividido. Sin embargo, en un cambio radical, el presidente estadounidense ahora señala que podría ayudar a Israel a destruir las instalaciones nucleares de Irán.
El 17 de junio advirtió que “nuestra paciencia se está agotando” y exigió una “rendición incondicional”. El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, avisó este miércoles de que su país "nunca se rendirá" ante Israel, que bombardeó instalaciones nucleares, y amenazó con "daños irreparables" en caso de que Washington se sume a la ofensiva.

Posteriormente, Trump se reunió en la Sala de Situación con sus asesores de seguridad nacional. Se está produciendo un aumento de la presencia militar. Fuentes internas afirman que en las próximas horas Estados Unidos estará posicionado para atacar a Irán. El portaaviones USS Nimitz se dirige al Golfo con un grupo de combate, duplicando el número de portaaviones en la región. Un “importante flujo” de aviones cisterna de la Fuerza Aérea estadounidense vuela ahora a Oriente Medio, según sitios web de seguimiento de aviones.
Trump se siente atraído por el éxito e Israel tiene impulso: El OIEA, organismo de control nuclear, acaba de confirmar daños en las salas subterráneas de enriquecimiento de Natanz, una planta nuclear. El ritmo de los ataques iraníes contra Israel está disminuyendo. "Trump está considerando seriamente una intervención. Parece que Israel está ganando. A Trump le gusta estar en el equipo ganador", afirma Dana Stroul, del Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente.

Los riesgos económicos, probablemente una preocupación importante para Trump, se han contenido hasta el momento. Dos petroleros han colisionado en el estrecho de Ormuz, los barcos iraníes están activos en esas aguas y Qatar ha instado a los buques que transportan gas a evitar atracar en el estrecho. A pesar de estas interrupciones, el precio del petróleo se mantiene por debajo de los 80 dólares por barril y el precio de la gasolina en las gasolineras estadounidenses sigue rondando los 3 dólares por galón.
Los escépticos de la administración se han acallado. Los neoaislacionistas, como el vicepresidente J.D. Vance, ven Oriente Medio como un atolladero. Los “prioristas”, como Elbridge Colby, subsecretario de política de defensa, quieren centrarse en China (el Sr. Colby se ha resistido al redespliegue de fuerzas en Oriente Medio). Pero por ahora, sus voces son moderadas o apenas apoyan la postura. El 17 de junio, Vance comentó: “La gente tiene razón en preocuparse por la implicación extranjera tras los últimos 25 años de una política exterior absurda. Pero creo que el presidente se ha ganado cierta confianza en este asunto”.
