IMPARABLE LA VIOLENCIA EN EU: SE REGISTRARON UNA SERIE DE TIROTEOS MASIVOS CON MÁS DE UNA DECENA DE VÍCTIMAS: EL MÁS GRAVE ATAQUE FUE EN UN TEMPLO MORMÓN EN MICHIGAN
Un fin de semana marcado por la violencia armada volvió a teñir de sangre a Estados Unidos. El ataque más grave se produjo el domingo por la mañana en una iglesia mormona de Michigan, pero no fue el único: entre la noche del sábado y la madrugada del domingo, también se registraron tiroteos masivos en un bar costero de Carolina del Norte, en un casino de Texas y en la turística Bourbon Street de Nueva Orleans. En conjunto, los hechos dejaron más de una decena de muertos y varias decenas de heridos, reavivando los reclamos por un mayor control de armas y seguridad en los espacios públicos.
Michigan: templo mormón bajo fuego. El episodio más impactante ocurrió en el municipio de Grand Blanc Township, en el condado de Genesee, Michigan. Según confirmaron las autoridades, al menos dos personas murieron y ocho resultaron heridas cuando un hombre de 40 años irrumpió en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días durante el servicio dominical.
El atacante, identificado como Thomas Jacob Sanford, embistió la entrada principal con su camioneta, ingresó al templo con un rifle de asalto y abrió fuego contra los feligreses. Minutos después provocó un incendio que consumió gran parte del edificio. La policía local llegó rápidamente y lo abatió en un intercambio de disparos.
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“Creemos que actuó solo. No hay amenaza para el público en este momento”, dijo el jefe policial William Renye. El fuego fue “provocado deliberadamente” por el agresor, oriundo de la vecina ciudad de Burton. El motivo aún no fue esclarecido. Los bomberos lograron apagar las llamas, pero el edificio quedó devastado y las autoridades no descartan hallar más víctimas entre los escombros. El FBI y la ATF desplegaron equipos de investigación, mientras la comunidad local habilitó centros de reunificación para familiares de los asistentes.
El hecho conmocionó a la Iglesia mormona en un momento especialmente sensible: el sábado por la noche había muerto en Salt Lake City el presidente de la institución, Russell M. Nelson, a los 101 años. Líderes de la iglesia pidieron “unidad y oración” y agradecieron la labor de los equipos de emergencia.
Carolina del Norte: disparos desde un bote. En la noche del sábado, otra tragedia golpeó a Southport, una ciudad portuaria a 30 millas de Wilmington, Carolina del Norte. Allí, un hombre abrió fuego desde un bote contra una multitud reunida en el bar American Fish Company, a orillas del mar.
El saldo fue de tres personas muertas y al menos ocho heridas. El atacante, identificado como Nigel Edge, de 40 años, fue detenido poco después cuando la Guardia Costera lo sorprendió sacando su bote en Oak Island. Está acusado de asesinato en primer grado e intento de asesinato, y la policía cree que el ataque fue “altamente premeditado”.
La comunidad local quedó paralizada. El bar, muy concurrido en temporada alta por turistas y pescadores, fue escenario de escenas de pánico cuando la balacera obligó a los presentes a tirarse al suelo o lanzarse al agua para protegerse. “Parecía una película de terror”, dijo uno de los testigos.
Texas: balacera en un casino. La violencia continuó en el sur de Texas. Alrededor de las 12:15 del domingo, un tirador abrió fuego en el casino Kickapoo Lucky Eagle, en Eagle Pass, cerca de la frontera con México. “Más que nada, pedimos orar por las familias de las víctimas de este acto atroz”, dijo Ramsey English Cantú, funcionario local del condado.
Las autoridades informaron que dos personas murieron y cinco resultaron heridas. Keryan Rashad Jones, sospechoso del tiroteo fue detenido y enfrenta cargos por asesinato capital y asalto agravado con arma mortal.
El casino, propiedad de la tribu Kickapoo, es uno de los más grandes de Texas y recibe a miles de visitantes cada fin de semana. La balacera desató un caos en el interior del establecimiento: muchos clientes corrieron hacia las salidas de emergencia, mientras otros quedaron encerrados en las salas de juego hasta que la policía aseguró la zona.
Nueva Orleans: muerte en Bourbon Street. La madrugada del domingo también estuvo marcada por la violencia en Nueva Orleans, donde un tiroteo en la turística Bourbon Street dejó una mujer muerta y tres heridos.
El hecho ocurrió en medio del bullicio habitual de bares y música en vivo que caracteriza al barrio francés. Videos difundidos en redes sociales muestran a la gente corriendo despavorida mientras se escuchaban disparos. Las víctimas fueron trasladadas a hospitales locales y la policía busca identificar al atacante, que logró escapar entre la multitud.
De acuerdo con la organización Gun Violence Archive, hasta el día 271 de 2025 ya se habían registrado más de 320 tiroteos masivos en el país, definidos como aquellos en los que cuatro o más personas resultan baleadas. El fin de semana del 28 de septiembre se inscribe como uno de los más violentos del año.
El presidente Donald Trump calificó el ataque en Michigan como “un tiroteo horrendo” y, sin pruebas, lo describió como “otro ataque dirigido contra los cristianos”. La gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, habló de un “acto atroz” y prometió acompañamiento estatal a las víctimas.
El patrón de violencia encadena tragedias en distintos puntos del país y vuelve a poner en debate la facilidad para acceder a armas de asalto, así como la falta de medidas preventivas eficaces en espacios concurridos. Para muchos, la combinación de tiroteos en templos, bares, casinos y calles turísticas refuerza la sensación de que ningún lugar en Estados Unidos está a salvo de la epidemia de violencia armada.
La sucesión de ataques disparó una ola de reacciones políticas y sociales. Organizaciones como Everytown for Gun Safety y Brady United insistieron en la necesidad de prohibir la venta de rifles de asalto y de establecer verificaciones de antecedentes más estrictas. “Mientras el Congreso siga bloqueado por el lobby armamentista, estos episodios seguirán siendo moneda corriente”, advirtieron.
Al mismo tiempo, en ciudades como Southport y Grand Blanc se organizaron vigilias con velas para recordar a las víctimas. Vecinos y familiares reclamaron respuestas concretas: “No puede ser que salir a rezar, a tomar algo con amigos o a jugar en un casino sea una sentencia de muerte en este país”, dijo una de las asistentes.
Las encuestas recientes muestran que una mayoría de estadounidenses apoya mayores restricciones al acceso a las armas, pero la polarización política frena cualquier avance legislativo. En el Congreso, la bancada republicana insiste en que el derecho constitucional a portar armas no puede recortarse, mientras los demócratas exigen medidas inmediatas para reducir las masacres.
El fin de semana sangriento deja así un doble saldo: el de las víctimas y el del estancamiento político en torno a un problema que se repite con dramática frecuencia.