RENTABILIDAD POLÍTICA. GALLARDO CON CLAUDIA Y EL CONTRASTE DE EBRARD.

«Solo quisiera que el escenario fuese tan estrecho como la cuerda de un equilibrista a fin de que ningún torpe osara pisarlo» Goethe

Dos decisiones políticas acertadas cambiaron por completo la situación política de la así llamada Gallardía en San Luis Potosí. Fueron tan atinadas que no sólo los encumbraron a la gubernatura del Estado, sino que les está dando el suficiente poder para estar, por lo menos, otro sexenio en la cumbre del poder potosino: En 2019 Ricardo Gallardo inició la 64 Legislatura de la Cámara de Diputados como líder parlamentario del PRD y en febrero de ese año renunció al partido del sol azteca para luego sumarse al Partido Verde, y en la contienda de las corcholatas nunca dudo en apoyar a Claudia Sheinbaum desde el inicio.

 

El factotum es su compadre Manuel Velasco, exitoso ex gobernador de Chiapas cuyo abuelo materno, don Fernando Coello Pedrero, siempre tuvo una relación de amistad y respeto con Andrés Manuel López Obrador. En abril del 2005, el entonces diputado federal del Partido Verde votó en contra del desafuero del jefe de Gobierno de la CDMX y su abuelo acudió a felicitarlo. AMLO no sólo era amigo de don Fer, también lo era de Manuel Velasco Suárez, su abuelo paterno y también gobernador de Chiapas cuando el Peje hacía sus primeros pininos políticos por esas surrealistas tierras.

 

Como dirigente del PRD, López Obrador ya había hecho alianza con la familia Gallardo que controlaba el importante municipio conurbado de Soledad de Graciano Sánchez, el segundo en importancia poblacional, económica y estratégica después de la ciudad capital. Ya le había levantado la mano al Pollo en los mítines de campaña que al final lo llevó a gobernar la importante alcaldía que fue la catapulta política que los llevó al estrellato. Luego vino su encarcelamiento por cuestiones políticas operada desde la Secretaría de Gobernación a cargo de Miguel Ángel Osorio Chong que le planchó el terreno a Juan Manuel Carreras en una perversa maniobra para vencer a la candidata panista Sonia Mendoza que iba ganando la contienda por la gubernatura en 2015.

 

El último desencuentro que tuvieron AMLO y los Gallardo fue cuando al morenista no le facilitaron la Plaza de Los Fundadores para hacer su cierre de campaña en 2018. Tuvo que irse a la Av. de la Paz. En esa ocasión el Peje se molestó y los llamó “mafiosillos”. No todo ha miel sobre hojuelas en su relación, pero lograron limar asperezas y ahora son aliados fundamentales del presidente y de su virtual candidata a la grande, Claudia Sheinbaum, ya ungida con el bastón de mando.

No es cosa menor lo que ha pasado y han logrado. De las mazmorras, los Gallardo se levantaron como el Ave Fénix y están ahora en la cima con un futuro político prometedor para su causa. Nunca se dieron por vencidos a pesar de los fuertes golpes que les asestaron los conservadores prianistas potosinos a los que ahora identifican como “la herencia maldita” y que tienen al alcalde Enrique Galindo como su principal baluarte. Ahora todos ellos apuestan sus posibilidades con Xóchitl Gálvez para regresar al ansiado poder. Ricardo Gallardo está con Claudia Sheinbaum, aquí la va a arropar y avizora “megamadriza, al menos en San Luis Potosí”, como le adelantó a Adela Micha.

 

Fue tanto el escozor que el pasado miércoles 6 provocó la fotografía del Pollo con Claudia cuando se anunció su triunfo, que críticos y adversarios ya no hallaban argumentos sólidos para descalificarlo. Hubo incluso un locutor que ingenuamente preguntó al aire “¿qué hace allá el Gobernador?  ¡Que se ponga a trabajar!”, espetó.

 

El mandatario potosino les repitió la dosis asistiendo el jueves 7 al restaurante El Mayor, ubicado en República de Argentina No. 15 en el centro histórico de la CDMX, donde nuevamente el gobernador de San Luis Potosí robó luces y cámaras a nivel nacional, siempre respaldado por su compadre Manuel Velasco.

 

Hoy lunes, Marcelo Ebrard anunciará qué hacer. Romper con AMLO y con Claudia o negociar. Debe pensar bien lo que va a decidir. Bien escribió Karl Marx al comienzo de su libro "El Dieciocho Brumario": "La historia ocurre dos veces: La primera vez como una tragedia y la segunda como una farsa". 

 

Igual que Manuel Camacho Solís que no reconoció el triunfo de Luis Donaldo Colosio Murrieta cuando fue destapado el 28 de noviembre de 1993 como candidato del PRI a la Presidencia de la República, Ebrard Casaubón repitió el mismo acto de desencanto, enojo, frustración y berrinche. Tampoco reconoció los resultados de la encuesta de Morena que favorecieron por mucho a Sheinbaum Pardo. Pidió la reposición del proceso por supuestas irregularidades, lo cual le fue negado. No estuvo presente en el acto de anuncio público en el World Trade Center y dijo que valorará otras posibilidades como Movimiento Ciudadano.

 

Hoy sabremos el desenlace. Hay quienes como los Gallardo toman buenas decisiones y la fortuna de Maquiavelo les sonríe. Hay otros que se hunden en las arenas movedizas de la política mexicana que como dice el dicho, “es el arte de comer caca, sonreír y pedir más”. Como citaba frecuentemente don Jesús Reyes Heroles, “en política solo se comete un error, lo demás son consecuencias”.

 

¡Hasta el próximo lunes!

 

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP

EDGARDO PÉREZ ALVELAIS

Twitter: @AlvelaisPerez.

 

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UASLP. Comenzó como reportero en Canal 13 y para la revista Jaque. Dirigió Canal 9 de SLP y conoció de cerca el modelo de Radio Canadá en Montreal. Ocupó cargos de producción audiovisual, monitoreo, síntesis y análisis en Comunicación Social de Gobierno del Estado y del Ayuntamiento de la capital. Fue ejecutivo de Proyectos Técnicos y Especiales del Centro Nacional de Supercómputo del IPICYT y en la iniciativa privada participó en Seguros ING y AXA. Actualmente se desempeña en el sector inmobiliario. 

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