TODO LISTO PARA EL CÓNCLAVE QUE COMIENZA HOY MIÉRCOLES PARA ELEGIR AL NUEVO PAPA; EL MUNDO CATÓLICO EN ESPERA DEL SUCESOR DE FRANCISCO Y LA SEÑAL DEL HUMO BLANCO

Los 133 cardenales electores del Cónclave a verificarse a partir este miércoles 7 de mayo están en Roma para elegir al sucesor del papa Francisco y definir el futuro de la Iglesia de 1,400 millones de católicos.
Los llamados "príncipes de la Iglesia" se encerrarán a partir de hoy en la Capilla Sixtina hasta elegir al nuevo pontífice en una votación incierta y sin claros favoritos.
No se sabe si el nuevo Papa que sea electo será de tendencia progresista, conservadora o dogmática. Parecería que hay consenso en que no será un revolucionario como el argentino Jorge Bergoglio, que planteó un pontificado de reformas, enfocado en los pobres y en las periferias del mundo, que enfrentó resistencias dentro de la Iglesia.
"Un pastor cercano a la vida real de la gente", indicó la minuta de la reunión de los cardenales de ayer lunes 5 de mayo. "Debe estar presente, ser cercano, capaz de ser puente y guía, de favorecer el acceso a la comunión de una humanidad desorientada y marcada por la crisis del orden mundial".
Estos encuentros se realizan casi a diario desde el que Francisco murió hace dos semanas y en ellas los purpurados comparten puntos de vista sobre las prioridades de la Iglesia de cara a este cónclave, que tendrá representantes de 70 países.
Será el más internacional de la historia. Francisco creó la mayoría de los cardenalatos que votan ahora a su sucesor, muchos vienen de la "periferia" del mundo, lejos de Europa e históricamente marginada por la Iglesia en Roma.
"Lo que hago es mirar, escuchar, ver gente que viene de Mongolia, que trabaja en la Curia, que está con los más pobres en América Latina, en África, es muy bonito", dijo a periodistas el cardenal chileno Fernando Chomalí.

En medio de conmoción mundial por la muerte del Papa Francisco, la película Cónclave se ha vuelto tendencia en medios de comunicación y en redes sociales además de las especulaciones de quién será el nuevo sucesor de San Pedro. La película protagonizada por Ralph Fiennes recibió 8 nominaciones al Oscar y ganó la estatuilla al Mejor Guion Adaptado 2025, se centra en una sucesión papal como la que se inicia en estos momentos.
Estrenada el 25 de octubre de 2024, Cónclave ya había captado la atención por su retrato sobrio del Vaticano y su mirada crítica, pero respetuosa, sobre los mecanismos de poder en la Iglesia Católica.
Con la muerte del Papa Francisco, la película adquiere un peso simbólico mucho mayor. El relato de la cinta no solo se vuelve más actual: se transforma en un espejo de los debates que hoy marcan el futuro del catolicismo.

En la película Cónclave también se hace mención del delito de simonía cometido por el cardenal Tremblay, que para la religión católica representa cierta clase de herejía e incluso constituye un pecado.
La simonía, en el cristianismo, se entiende como “la deliberada voluntad de comprar o vender por un precio temporal una cosa espiritual”. También como el acto de aquel que “peca contra la virtud de la religión”.
En la película, el encargado de organizar el cónclave y de reunir al Colegio Cardenalicio es el cardenal Lawrence (Ralph Fiennes), quien poco a poco irá destapando una compleja red de conspiraciones de quienes ambicionan tomar el lugar del Santo Padre.
Los cuatro candidatos principales a Papa son:
- Bellini, liberal y secretario de Estado
- Adeyemi, cardenal nigeriano con opiniones conservadoras
- Tremblay, cardenal canadiense y conservador, y
- Tedesco, un reaccionario que quiere abandonar la política del Concilio Vaticano de coexistencia pacífica con otras religiones.
Pese a que está mal visto hacer campaña para aspirar al papado, los candidatos principales se sumergen en una difícil votación, intentando conseguir los votos suficientes para designar a un vencedor y tratando de negociar con sus aliados.
En medio de la ‘guerra’ por el poder, el cardenal Lawrence halla documentos clave que revelan la corrupción (simonía) de Tremblay, quien anticipando la muerte del Papa, pasó el último año comprando lealtades y el voto de varios de cardenales.
Tremblay queda en evidencia y todos le dan la espalda al cardenal caído en desgracia.

De acuerdo con la Biblia, la etimología procede de Simón Mago, quien quiso comprar con dinero a San Pedro el poder de imponer las manos y de hacer descender al Espíritu Santo.
“Aunque se considera un pecado específico, en cierto modo la simonía podría reducirse a un tipo de sacrilegio real, es decir, la profanación de una cosa sagrada, en este caso mediante el comercio”, destaca la Enciclopedia Católica Digital.
La simonía puede ser de derecho divino o de derecho eclesiástico. La primera consiste en la conmutación (compra-venta, permuta) de bienes temporales por bienes espirituales (sacramentos, indulgencias, etc.)
La segunda es definida como “la ilícita conmutación de cosas temporales unidas con las espirituales, por otras del mismo género, o de cosas espirituales por otras espirituales”.
Según el derecho canónico, actualmente el delito de simonía en los sacramentos está tipificado expresamente en el Canon 1380:
“Quien celebra o recibe un sacramento con simonía, debe ser castigado con entredicho o suspensión”.
También debe ser considerado simonía el delito tipificado en el Canon 1381:
“El que da o promete cosas, para que quien ejerce una función en la Iglesia haga u omita algo ilegítimamente debe ser castigado con una pena justa, así como quien acepta esos regalos o promesas”.
Desde la Edad Media, la simonía está relacionada con la práctica eclesiástica que implicaba la compraventa de bienes de naturaleza espiritual, incluyendo cargos eclesiásticos, en los que se ofrecía dinero, tierras y servidumbre al clero y a otros líderes espirituales a cambio de favores.

El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, informó ayer lunes que todos los electores estaban en Italia para votar bajo llave en la Sixtina a partir del miércoles de tarde hasta que un candidato tenga una mayoría de dos tercios.
Mientras, decenas de miles de personas en la Plaza de San Pedro y millones por televisión mantendrán la mirada fija en la pequeña chimenea instalada en el techo del majestuoso edificio a la espera de noticias.
Humo negro, sin consenso, habrá otra votación; humo blanco, "Habemus papam".
El Vaticano finiquita los detalles de esta elección, que se remonta a la Edad Media. Instaló ayer lunes las cortinas de terciopelo rojo en el balcón central de la Basílica de San Pedro, que se abrirán para la primera aparición del nuevo papa.
María de los Ángeles Pérez, turista mexicana en Roma de 49 años, esperaba del nuevo papa que "ayude a los más pobres, a los más necesitados", mientras que Aurelius Lie, alemán de 36 años, pidió que "no se deje influenciar por líderes como (Giorgia) Meloni o (Donald) Trump y sea más como Francisco". Una "fuente de unidad" tras "años de desestabilización y ambigüedad", dijo por su parte el sacerdote canadiense Justin Pulikunnel.

Los llamados "príncipes de la Iglesia" no tendrán contacto con el mundo exterior hasta elegir al nuevo papa: sin teléfonos, internet, televisión, prensa. Celebrarán cuatro votaciones diarias, salvo el primer día que solo se hace una. Y las papeletas y actas se queman para anunciar el resultado.
Benedicto XVI fue electo en cuatro votaciones en 2005; Francisco en 2013, en cinco. Algunos cardenales dicen en los medios que esta votación se extenderá por máximo tres días.
Otros, no obstante, creen que necesitarán más tiempo para negociar, encontrar un punto medio que una a "bergoglistas" y conservadores, y permita que un nombre obtenga los dos tercios -89 votos- necesarios para elegir al titular del trono de San Pedro.
De los italianos Pietro Parolin y Pierbattista Pizzaballa al maltés Mario Grech, del arzobispo de Marsella Jean-Marc Aveline al filipino Luis Antonio Tagle, varios nombres emergen como papables, aunque famoso es el dicho en Roma de que "quien entra papa al cónclave sale cardenal".

No hay candidatos oficiales, aunque sí millones de euros apostados en casas de apuestas.
"¡Nadie está en campaña, por Dios!", zanjó en su podcast el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York. "Hablamos de las personas que consideramos prometedoras, pero es diferente del politiqueo".
